La acción abrasiva de las cenizas de un volcán pueden dañar las superficies del aeroplano y provocar el colapso de sus motores.
La ceniza vocánica puede contener partículas de vidrio y de rocas así como ácido clorídrico y sulfúrico. Esto hace que pueda tener un efecto abrasivo sobre las distintas superficies del avión, llegando incluso a provocar la pérdida de los motores.
Volar a través de una nube de ceniza volcánica supone arriesgarse a chocarse contra cientos de miles de pequeñas rocas, y a la velocidad a la que vuela un reactor, el impacto de una de estas pequeñas partículas se magnifica. Las ventanas de la cabina, el borde de ataque de las alas, las superficies de control y los motores serían las partes del avión que más daños sufirían.
También el efecto abrasivo de la ceniza del volcán sí podría ocasionar la avería del sistema de navegación del avión, poniendo en riesgo la seguridad del vuelo.
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